ANTONIO BORES, RESPONSABLE DEL PROYECTO ‘NO ES PENSAR, ES SENTIR’
“Las sonrisas más bonitas provienen del alma, y las suyas nacen sin más motivo que el de seguir viviendo”
‘No es pensar, es sentir’. Un sueño hecho realidad, gestado desde el corazón y de la necesidad de ayudar a los demás. Así lo viven y así lo sienten sus impulsores, Elisabeth Ruiz Moratiel y Antonio Bores Cerezal, quienes empezaron la andadura el pasado mes de diciembre durante el viaje que realizaron a la capital de Costa de Marfil, Abidjan. Conocer el barrio de Abobo y la realidad de sus habitantes, especialmente la de sus niños, los llevó a dedicar todos sus esfuerzos a brindarles un futuro mejor. Concretamente, enriquecer el porvenir de 55 niños de entre 6 y 16 años de una escuela de fútbol de la aldea que, hasta su llegada, sacrificaban su infancia para poder sobrevivir.
El proyecto empezó a caminar el pasado mes de marzo, en plena pandemia mundial. El Gobierno de Costa de Marfil comunicó que se debía permanecer de forma obligatoria en los domicilios y prohibió rotundamente salir a las calles. Acostumbrados a luchar contra todo lo asumieron como una traba más, pero no debemos olvidar que en África se hace complicado hablar de medidas de higiene y de distancias de seguridad. Sobretodo si tienes que compartir un aseo diminuto y dos habitaciones de apenas 5 metros cuadrados con otras 50 personas. A pesar de las adversidades, los pequeños se resistían a salir de Abobo. Suele decirse que mejor malo conocido que bueno por conocer y, al fin y al cabo, era lo único que habían vivido. Pero la dificultad añadida de la llegada de la Covid-19 evidenció la necesidad de buscar otra aldea para poder empezar una nueva vida.
Eli y Antonio se hicieron cargo de los gastos de la adquisición del terreno, así como del material indispensable para construir la nueva residencia. Posteriormente, en junio, pusieron en marcha la campaña de crowdfunding ‘No es pensar, es sentir’.
El objetivo entonces era alcanzar los 10.000 euros necesarios para poder cubrir los gastos del material escolar y de las matrículas de los chavales. Pero la gran ayuda recibida les permitió ir un paso más allá y, tras alcanzar el objetivo inicial en un tiempo récord, decidieron mantener abierta la iniciativa con nuevas metas.
Brindarles alimento y conseguirles un nuevo hogar eran otros de los retos prioritarios, y ahora se les suma la dificultad de registrar a los pequeños y dotarlos de documentación. Una tarea que no está siendo nada fácil, pero que estamos convencidos que acabarán consiguiendo con la misma persistencia, ilusión y amor con la que han demostrado que se puede superar cualquier adversidad.
Antonio Bores nos cuenta más detalles de esta bonita y a la vez triste historia sobre estos “pequeños grandes maestros de vida” en una entrevista exclusiva concedida a Enzo10.

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)
En pocas palabras, ¿cómo definirías vuestro proyecto ‘No es pensar, es sentir’?
Lo definiría como el proyecto de nuestra vida. Definiría una forma de vivir. Tanto mi mujer como yo consideramos que el ayudar y el hacer feliz a los demás es lo que realmente nos nutre, y lo que pretendemos a través de este proyecto es intentar trasladar esa forma de vida. Evidentemente, somos conscientes de que no vamos a poder cambiar el mundo, pero aportar nuestro granito de arena sí que nos otorgará ese bienestar, a nosotros y a las personas que nos rodean. Y sobretodo, el aportar ese granito de arena hará que una serie de niños, en este caso junto con sus tutores, puedan tener un futuro un poquito mejor y que, a su vez, en el efecto dominó, puedan ser influyentes, un espejo en el que mirarse otras personas que vendrán detrás de ellos.
Para aquellos que no hemos tenido la oportunidad de vivir la realidad del barrio de Abobo: pobreza extrema, delincuencia, miedos… ¿cómo se puede crecer en un contexto tan complicado?
Lo único que nos permite crecer en un contexto tan complicado es el desconocimiento. Cuando uno solo conoce esa realidad considera que esa es la mejor realidad en la que puede estar. Y ese desconocimiento hace que muchas veces no nos planteemos ni nos cuestionemos ninguna otra cosa. Simple y llanamente aceptamos que nos ha tocado esa vida y que tenemos que luchar contra las circunstancias que esa vida nos ha dado. Entonces, ellos entendían su ritmo o su manera de vivir como algo normal.

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)
Explícanos cómo era el día a día de estos chavales antes de vuestra llegada y cómo es ahora después de haberos conocido.
Los chicos se levantaban entre las 5 y las 5:30h de la mañana, luego se iban a realizar un entrenamiento a las 6 en un terreno que tienen allí cerquita de donde residen. Si habían tenido suerte, habían podido desayunar algo de agua con leche en polvo y pan duro, y sino iban directamente al entrenamiento. Una vez terminado, se marchaban a buscar el trabajo pertinente, que principalmente era recoger botellas de plástico, limpiar coches, transportar maletas o ir a alguna huerta o a granja a recoger plátanos maduros para venderlos y poder tener ese sustento económico entre todos. Porque allí mi dinero es el dinero de la comunidad. Una vez terminada la jornada laboral, lo que volvían a hacer era entrenar a las 6 de la tarde, lavarse con el agua que habían podido recoger del río o de la lluvia porque no tienen ducha, e intentar que hubiera un plato de arroz en la mesa para cenar. Ellos renuncian a lo que nosotros entenderíamos como la comida para dar prioridad a la cena para no tener que dormir con esa hambre que les impediría incluso hasta descansar, y poder afrontar con fuerzas el día siguiente.
¿No hay chicas que formen parte del proyecto?
En esta escuela de fútbol, en este pequeño orfanato, no hay chicas, pero es algo que sí que tenemos en mente dentro de lo que es el proyecto.
Es cierto que en este entorno la mujer se entiende de otra manera. Des de muy pronto tiene que hacerse cargo de obligaciones y de responsabilidades que no son propias de su edad y asume una maternidad muy prematura que hace que el sistema siga creciendo en número de habitantes, pero no en recursos ni en medios que puedan favorecer su día a día. Entendiendo esta situación, es otra de las grandes necesidades que tiene que atender nuestro proyecto, y la intentaremos abordar a través de Brigitte, nativa y mujer de uno de nuestros compañeros de la ong. El objetivo es ayudar a las chicas de la ciudad de Abiyán o del barrio de Abobo en concreto a poder tener alguna alternativa ya que ellas no se decantan por el fútbol.
Vuestro viaje, además de para ayudar a todos estos chicos, también sirvió para conocer al pequeño Eneko, que esperáis que algún día pueda estar con vosotros.
No sabríamos realmente si primero fue el huevo y luego la gallina, o primero la gallina y luego el huevo. Nosotros evidentemente teníamos la necesidad y el sentir de querer dar un paso adelante en nuestra vida desde un punto de vista de poder facilitar una vida mejor a un niño de origen africano. Iniciamos un proceso de adopción que nos permitiera cumplir este sueño, y por el camino nos encontramos con la sorpresa de que no solo había que ayudar a uno, sino que teníamos que intentar ayudar a esa comunidad para que, de alguna manera, todos fueran iguales con respecto a nuestro sentir de querer ayudar. Sí que esperamos y deseamos que uno de esos niños algún día pueda estar con nosotros, pero nuestra intención es poder dar atención a cada uno de ellos de una manera favorecedora para su futuro.
Después de meses de esfuerzos y de trabajo, vuestro proyecto cierra su primer capítulo: los niños ya pueden ir a la escuela. Pero ahora os encontráis con un nuevo problema, el de poner su documentación en regla. ¿Qué os habéis encontrado?
Cuando quieres inscribir a estos chicos en el colegio, lo primero que te encuentras es la problemática de que son niños que no tienen identificación oficial para el mundo. Son niños abandonados o huérfanos que no han sido registrados en muchos casos, o que si lo han sido no somos capaces de encontrar su registro ni su partida de nacimiento. Es entonces cuando debemos plantearnos como reto poder documentar y poder otorgar a esos niños un nombre, dos apellidos, un documento de identificación y un pasaporte que el día de mañana les pueda abrir muchas puertas, al igual que su escolarización.
¿Su identificación facilitará la posibilidad de que se les ofrezcan unos servicios mínimos desde Costa de Marfil?
Sí, evidentemente su identificación les va a permitir vivir mejor a corto, medio y largo plazo, y sobretodo les va a permitir figurar y aparecer en este mundo porque a fin de cuentas son como pequeños fantasmas que están ocupando un espacio en esta tierra, pero sin que nadie sepa que existen ni cómo se llaman o que pueden hacer o no hacer. Es cierto que en Costa de Marfil los servicios mínimos son muy mínimos, pero si están identificados y tienen capacidad de voz y voto, pues siempre la vida les será un poquito más fácil.
Este año el inicio del curso escolar ha sido singular y con muchos cambios para todos a causa de la pandemia. Pero para quienes ha sido verdaderamente especial es para estos 55 niños que por primera vez en su vida han pisado una escuela. ¿Cómo están viviendo la experiencia?
Muchos de ellos era la primera vez que asistían a un colegio. Más allá de que haya o no pandemia, el sistema allí sigue siendo más o menos el mismo porque poder hacer clases virtuales en África es bastante más complejo. Allí o se puede ir a clase o no se puede ir. Cuando tuvieron el periodo de estar encerrados en casa todo se canceló, pero una vez se puso en marcha una actividad mínima allí se hace más menos vida normal.
Lógicamente, el verdadero cambio para ellos es tener que adquirir el compromiso de tener que ir al colegio, de tener un orden, una disciplina que les permita organizarse mejor en su día a día y la verdad es que para ellos desde el primer momento fue una experiencia inolvidable. Tener que ir a comprar sus libros, recibirlos, ir a inscribirse al colegio, visitar un colegio…
Es cierto que es una experiencia bastante fuerte porque para ellos es desconocida, pero su ilusión y sus ganas hacen que lo estén afrontando de una manera muy positiva.

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)
La segunda fase del proyecto pasa por la construcción de su nuevo hogar. Los trabajos empezaron el pasado mes de mayo, en plena pandemia, ¿en qué punto se encuentra ahora este segundo capítulo?
Nosotros iniciamos esa fase en mayo con la adquisición de un terreno para que ellos pudiesen empezar a limpiarlo, a motivarse, a ilusionarse, inclusive el tener que realizar esos trabajos en la nueva aldea les sirvió para poder salir de casa. Nosotros asumimos la parte de permisos iniciales para poder empezar la construcción de esa nueva vivienda.
Ahora el proyecto se encuentra en la segunda fase, la de comprar los materiales y las herramientas para que siga caminando y siga adelante.
Más allá de su evolución y su crecimiento personal, ‘No es pensar, es sentir’ también pretende convertirlos en líderes sociales que sirvan como espejo para las nuevas generaciones. Un cambio de perspectiva, imagino.
Es la pieza angular de todo este proyecto tal y como nosotros lo hemos entendido y lo hemos querido plasmar en todo este tiempo. Creo que lo que tenemos que intentar es educar a estos chicos para que el día de mañana puedan ayudar a las siguientes generaciones, y así sucesivamente. Tenemos que intentarlos dotar de las herramientas necesarias para que estos pequeños líderes sociales también puedan otorgar a su entorno cercano herramientas que les permitan ir poco a poco modificando y cambiando su rumbo. Porque al final allí lo fácil es recurrir a la delincuencia, a acciones no muy positivas. Entonces creo que desde esta educación y desde este ejemplo podemos ayudar a que pequeños pasos se puedan convertir en grandes cambios en el futuro.
Vuestra intención es oficializar la ONG ‘No es pensar, es sentir’. ¿Os marcáis una fecha para su presentación?
Estamos esperando a dos momentos. El primero es la aceptación por parte de la Hacienda española a nivel de permisos y licencias que nos permitan poder seguir dando pasos y poder seguir caminando de una forma ya más oficial. Y el segundo, poder llegar a completar ese proceso en que ese pequeño que esperamos pueda estar con nosotros y pueda formar parte de la presentación. Que él sea un poco la imagen de este proyecto, que tenga ese sentimiento de pertenencia para poder luchar y ayudar a esas personas que quizás no han tenido tanta suerte como la que él puede llegar a tener.
Una vez logrados estos nuevos objetivos, ¿os planteáis nuevos retos a corto y largo plazo?
Objetivos a corto, medio y largo plazo siempre tenemos con el proyecto. Nuestra cabeza sigue funcionando para intentar ir dando pasos. A corto plazo la meta era ofrecerles una atención primaria y, por lo tanto, dotarles de la posibilidad de poder estudiar. La segunda prioridad fundamental es protegerles con respecto a su seguridad, por eso el cambio de aldea y el cambio de lugar de residencia. Una vez cubiertos estos dos pequeños proyectos, o grandes por su envergadura y consecuencias, sí que tenemos muchos retos marcados en referencia a poder equipar la casa, y poder implementar alguna huerta y alguna granja que les permita bastecerse a nivel de alimentos y generar una microempresa para vender parte de los frutos y los animales que puedan criar. A su vez, eso les permitirá adquirir una responsabilidad con respecto a la gestión del dinero y el día de mañana inclusive pueda ser el lugar de trabajo de algunos de los miembros.

(FOTO: ‘No es pensar, es sentir’)
Si no me equivoco, la campaña de microfinanciación sigue abierta. Habéis superado ya los 12.500 euros. ¿Perseguís una nueva cifra? ¿De qué formas pueden ayudar las personas que estén interesadas en colaborar con vuestro proyecto?
Es cierto que fue una campaña implementada para tres meses, desde el 15 de junio hasta el 15 de septiembre, pero, a pesar de haber alcanzado el objetivo de los 10.000 euros iniciales gracias a las aportaciones de la gente, de momento la mantenemos abierta. Perseguir no perseguimos ninguna cifra en especial, y ahora mismo nos encontramos un poquito por encima de los 12.500 euros.
Simplemente consideramos que este proyecto puede seguir en marcha, está vivo y tiene muchas necesidades que atender, y aquella gente que quiera colaborar con nosotros, que sienta que hasta ahora no ha encontrado esa entidad en la cual se sienta seguro a la hora de aportar sus donaciones, pueda ver en nosotros una posibilidad. Nuestro objetivo no es llegar a una cantidad exacta, sino tener la posibilidad de poder disponer de una hucha que vaya haciendo que este proyecto siga con fuerza y siga ilusionándose con crear nuevas oportunidades. Y en eso es en lo que nos encontramos, en intentar que nuestro proyecto, nuestra campaña, nuestro blog, nuestro sentir siga vivo. Desde aquí agradecer a Enzo10 la posibilidad de compartir con ustedes nuestro proyecto. Y sobretodo me gustaría terminar diciendo que cuando hablamos de ‘No es pensar, es sentir’ no se conciba como un proyecto de Antonio y de Elisabeth, sino que sea un proyecto donde cualquiera de ustedes pueda ser parte y se sienta libre de poder proponernos o solicitarnos cualquier cosa porque esta ong es la ong de todo aquel que quiera ayudar y quiera sentir.