JOSEP CARRERAS Social male referrer
Comprometido, riguroso, determinante, entusiasta y un profesional de pies a cabeza. Josep Carreras ha hecho de su vocación su profesión, que, durante más de treinta años, ha ido ligada a la lucha contra la leucemia.
La enfermedad se cruzó en su camino en 1987 y fue entonces cuando decidió poner a disposición de la causa su talento artístico y su reconocimiento mundial.
El tenor y presidente de la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia se estrenó en el Liceo de Barcelona con tan solo once años y sesenta años más tarde se sigue emocionando al subir a un escenario.
Hoy le dedicamos nuestra más sincera ovación.
¿Cómo recibió el galardón de los Enzo10 Awards?
Cualquier reconocimiento siempre es motivo de satisfacción, porque es la voz de un colectivo que decide que una persona merece una distinción vinculada a su trayectoria. Para mí es un orgullo poder recibir esta muestra de cariño y estoy muy agradecido por ello.
¿Quién es Josep Carreras?
Definirse a uno mismo es complicado, pero le diría que soy una persona apasionada por lo que hago, tanto a nivel artístico como en mi apuesta firme de conseguir que, algún día, la leucemia sea curable para todos y en todos los casos.
Los Enzo10 Awards reconocen valores. ¿Qué valores le definen?
Le diría la perseverancia, la disciplina y el esfuerzo. Cualquier meta que uno consigue siempre conlleva estos valores para poder alcanzarla. Sin ellos no hubiera podido desarrollar en plenitud mi carrera profesional.

(FOTO: Cedida)

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Utilizando el lenguaje futbolístico, ¿también se cuelgan las cuerdas vocales?
¡Sin duda! Pronto llegará el momento.
Ya ha empezado a despedirse oficialmente. ¿Hasta cuándo podremos oír su voz en los escenarios?
Difícil de predecir. Depende, sin duda, de mi estado físico y muy especialmente, de mi estado anímico.
¿Dónde no puede fallar por última vez?
No puedo fallar a todas las personas que luchan contra la leucemia. Ellos son el motor que impulsa a la Fundación que creamos en 1988 para conseguir que, algún día, sea una enfermedad 100 % curable.
¿Un tema imprescindible para esta despedida?
Un aria, una romanza, una cançó en català.
Tres nombres que hayan marcado su carrera artística.
Giuseppe Di Stefano, Montserrat Caballé y Herbert von Karajan.
¿Quién será ahora su sucesor? ¿A quién le pasará el relevo?
Sería muy difícil de escoger. Hay magníficos tenores actualmente.
Cuando era un niño, ¿quería ser futbolista o ya pensaba en ser cantante de ópera?
Mi relación con la ópera fue un flechazo. Cuando con solo seis años descubrí a Mario Lanza en su biopic cinematográfico sobre Caruso, empecé a aprenderme arias, que cantaba en casa. Esta fue la semilla que hizo crecer mi pasión por la música. Pero no le negaré que el fútbol también es importante en mi vida. Me ha proporcionado grandes momentos, aunque no me haya dedicado a ello.
¿Y si el Barça hubiera llamado a su puerta?
Nunca tuve el talento necesario. Aunque jugué a futbol de niño y de adolescente.
¿Se le podría considerar un niño prodigio?
Un niño puede tener buenas aptitudes, una base prometedora, pero es importante que se acompañe de trabajo y de personas que hagan que el talento aflore. Como mi familia y Juan Ruax, quien fue mi mentor, maestro y amigo durante mis primeros años.
En casa, ¿siempre creyeron en usted?
Sí, siempre me sentí plenamente apoyado por mi familia. Ellos apostaron por mí e hicieron todo para darme la oportunidad de conseguir un abono en el Liceu, un esfuerzo que les agradeceré siempre. A los 11 años tuve la oportunidad de subirme por vez primera al escenario del Liceu en El retablo de Maese Pedro, un hecho que marcó mi futura trayectoria profesional.
Las primeras propinas las consiguió en la peluquería de su madre.
Efectivamente, ese fue mi primer escenario y público. Cuando uno es pequeño, actuar delante de cualquier persona es un reto, pero, a la vez, una ilusión. Tienes la emoción a flor de piel y la inocencia del descubrimiento. Un recuerdo que todavía me arranca una sonrisa.

(FOTO: Cedida)
Con las nuevas tecnologías, el alcance que puede llegar a tener un artista es prácticamente infinito. ¿Cómo consiguió tal éxito 40 años atrás?
Como le comentaba, con esfuerzo, tenacidad y disciplina. He tenido la oportunidad de aprender de los mejores, un regalo que me ha dado la vida y que me ha permitido cosechar éxitos que nunca hubiera imaginado.
¿Se esperaba que la idea de Los Tres Tenores acabara convirtiéndose en un fenómeno de masas? Llenaron estadios de fútbol para verlos cantar.
Esa experiencia me sobrecogió. Seguramente sin esos conciertos quizás hubiéramos sido un poco menos populares. Me demostró que el arte está y debe estar al alcance de quien lo aprecie y escuchar ópera puede ser caldo de cultivo para nuevos aficionados. Ver estadios llenos que vienen a escucharte es un orgullo, pero también una gran responsabilidad.
¿Complicado ser un divo?
Nunca me he considerado un divo. Yo soy un apasionado de la ópera, una persona que tiene devoción por el canto y un compromiso con el arte. Quizás en la ciencia exista perfección, pero en las artes no pueda haberla porque perdería su fascinación.

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¿Cuál es la ópera que más le ha marcado?
Son varias. Carmen, La Bohème, Un ballo in maschera, Don Carlo…
¿Y cuál le hubiera gustado incluir en sus repertorios y nunca lo ha hecho?
Ernani de Verdi y Les Troyens de Berlioz.
¿Algún ritual antes de empezar a entonar?
Ninguno en concreto.
¿Cuál es la salud de la ópera actualmente?
Este sería un largo debate.
Muchas veces necesitamos vivir la tragedia de cerca para empezar a actuar. ¿Qué le empujó a dar el paso y a constituir la Fundación?
Como pasa en la ópera Carmen, en un momento de mi vida me lanzaron una flor que siempre he interpretado como una oportunidad para dirigir mis esfuerzos hacia un nuevo camino y el objetivo más deseado: la curación definitiva de la leucemia.
¿Fundarla ha sido su mejor papel?
La Fundación Josep Carreras contra la Leucemia es lo más auténtico que he hecho. Cuando me recuperé de esta enfermedad creé la Fundación para agradecer la ayuda de la ciencia, así como las múltiples muestras de afecto recibidas y, desde entonces, trabajamos con tenacidad para conseguir erradicar la enfermedad en todos los casos.
Desde entonces se ha asociado su nombre en igual medida a la ópera y a la leucemia. ¿Le molesta?
Para nada. Es un orgullo poder ser reconocido por mis dos proyectos vitales. He dedicado más de 50 años a mi profesión artística y más de 30 a la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia, por lo que estar asociado a la ópera y a la leucemia es haber comprendido perfectamente mi esencia.
Si tuviera que elegir, ¿ópera o Fundación?
Me considero una persona afortunada por la profesión que he podido desarrollar desde hace tantos años y que me ha dado momentos de extraordinaria felicidad. El hecho de poder comunicarme con los demás a través de la voz y el canto es impagable. Pero, ver que un niño supera una leucemia gracias a un trasplante coordinado por el Registro de Donantes de Médula Ósea creado por nuestra Fundación no se puede comparar con ninguna otra cosa que la vida me haya podido ofrecer.
¿Alguna vez tuvo miedo de no volver a los escenarios cuando le diagnosticaron la enfermedad?
Sí, era un tema que me preocupaba mucho. Cuando me diagnosticaron estaba en el momento álgido de mi carrera profesional y recuerdo las dudas que me surgieron acerca de si podría o no seguir cantando. Agradezco a la vida esa segunda oportunidad que me ha permitido seguir cantando después de superar la leucemia.

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Tras pasar por todo el proceso de la leucemia, el Josep Carreras hombre seguro que cambió. ¿También lo hizo el artista? Imagino que debe ser difícil dejar un estímulo así colgado en el camerino…
Pasar por la enfermedad te cambia en todos los aspectos de tu vida, tanto en lo personal como en lo profesional. Los valores se recolocan, el enfoque vital se dirige mejor y se toman decisiones más conscientes. La enfermedad me dio la oportunidad de apreciar todavía más la vida.
De la Fundación, ¿se jubilará algún día?
Uno no se puede jubilar de sí mismo. La Fundación es parte de mí y seguiré trabajando hasta que la salud me lo permita. Tengo un magnífico equipo que trabaja con los mismos valores y pasión, por lo que sé que el testigo está y estará en buenas manos.

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Más allá de la movilización social, ¿cree que los gobiernos deberían ser más generosos dedicando recursos a la investigación?
Creo que se debe apostar firmemente por la investigación en todos los ámbitos y en particular en la científica porque es el presente y el futuro de nuestra sociedad. Si queremos avanzar y aportar mejoras, debemos valorar más y mejor el trabajo científico. Soy consciente de que el Estado no puede resolver todas las causas existentes, por lo que la Fundación va un paso por delante para intentar poner todos los esfuerzos para conseguir la visión de un futuro sin leucemia.
La conciliación está de moda. ¿Usted ha conseguido durante todos estos años encontrar el equilibrio entre trabajo, familia y vida personal?
En mi caso la conciliación ha sido complicada. La vida de un artista implica viajar muchísimo y pasar temporadas lejos de casa, por lo que durante muchos años no pude estar presente en el día a día de mi familia tanto como hubiera querido. Pero llega un momento en que la situación se equilibra y se toman decisiones para conseguir dicha conciliación.
¿Es un afortunado o la suerte se busca?
Me siento muy afortunado por todo lo que la vida me ha ofrecido. Pero, como le comentaba antes, la suerte sin esfuerzo se evapora. Uno tiene que aprovechar las oportunidades e intentar dar lo mejor de sí mismo.
¿Algún sueño o reto todavía por cumplir?
Siempre quedan retos y, en mi caso, lo he ido exponiendo a lo largo de nuestra entrevista. Mi objetivo es claro: seguir trabajando para conseguir que, algún día, podamos curar definitivamente la leucemia.