Nací un 3 de noviembre de 1991, era un domingo. Me encanta cuando veo escrita la fecha de mi nacimiento, me transmite cosas bonitas. Siento que encaja con quien soy. Hay cosas difíciles de explicar con palabras, simplemente se trata de sentirlas.
Si me pongo a recordar mi infancia, podría decir que me siento extremadamente feliz de haber tenido la oportunidad de tener una madre como la copa de un pino, un padre exigente, tres hermanas bonitas como estrellas fugaces, una abuela encantadora y un perrito que hasta día de hoy lo tengo siempre presente en mis pensamientos. Desde que di mis primeros pasos se percibía que ese pequeñín estaba dotado a nivel coordinativo, todo el día con un balón en los pies y una sonrisa que, como dice siempre mi hermana, me salva de más de una bronca, todavía a día de hoy.
El fútbol siempre ha sido uno de mis grandes amores, pese a que con 19 años tuve que dejarlo a un lado tras 5 operaciones y una artrosis en la meseta tibial de la rodilla derecha. Y qué afortunado me siento de haber descubierto gracias a ello el fútbol playa. Se cerró una puerta y se abrieron otras infinitas, dándome la oportunidad de volver a rehacer mi camino, de conocer otros horizontes, de aprender a entender el significado de la palabra superación, de entender que cada día de vida es un regalo.
Actualmente, con 32 años, tras haber logrado todo aquello que me propuse hasta día de hoy a nivel humano, deportivo y empresarial, y retirarme prematuramente con 29 años debido a dos hernias discales, sumadas a la artrosis de rodilla, me siento en el punto más álgido y equilibrado desde que tengo noción de mi existencia.
La vida me ha guiado o, mejor dicho, me he dejado guiar por la vida, por el instinto, ese instinto que hace que la pasión esté en su máximo esplendor y me ha ayudado a entender el propósito de mi vida. El mayor propósito que podría tener como ser humano, que no podría ser otro que ayudar al prójimo. He sido Coach toda mi vida, aunque no me diera cuenta la mayoría de esos años.
La experiencia adquirida de haber estado y convivido en más de 40 países me ha ayudado a tener un bagaje tan amplio de situaciones y experiencias que es extremadamente placentero a día de hoy sentir y ver como después de compartir unas horas con alguien, somos capaces de despedirnos sintiéndonos en paz, en armonía, equilibrados, lúcidos y conscientes, consecuentes, conectados con la vida, con nosotros… en un bienestar que no se cambia por nada del mundo.
Podría citar toda la cantidad de campeonatos ganados, títulos conquistados y experiencias vividas a lo largo de mi carrera profesional, tanto como jugador como entrenador, pero no me definen como ser humano.
Son simplemente experiencias y vivencias que me han ayudado y me ayudan a ser cada día un poquito mejor que ayer pero menos que mañana. La evolución constante debería ser innegociable para todo aquel que desee algún día soñar despierto y experimentar el bienestar continuado.
Es un gusto, un placer y un honor. Mi nombre es Llorenç Gómez León, fiel servidor del camino llamado vida.
Deseo que tengáis un lindo día. Sois únicos, capacitados, especiales y, sin duda, merecedores.