BRUNO XAVIER Male International athlete
Alegre, formal y muy familiar. Una persona muy sana a la que le gusta cuidarse y sabe encontrar el equilibrio entre el divertimento y la seriedad.
Bruno Xavier es un líder nato, competitivo y con una mentalidad ganadora imparable. Su temprana relación con el fútbol playa y unas capacidades envidiables le han permitido recorrer el mundo con el brazalete de la Selección brasileña y acumular un impecable palmarés. Un jugador imposible de olvidar que ha marcado toda una época en el fútbol playa.
Por impensable que parezca, compaginaba ser portero de un equipo amateur de fútbol once con el trabajo en la fábrica de dulces de su padre, y se ha convertido uno de los mejores jugadores de campo que haya dado nunca el beach soccer.
¿Cómo recibiste el galardón de los Enzo10 Awards?
Lo recibí con mucha alegría y honor porque venía de un hombre que dio todo a esta modalidad. Conozco el “árbol” (a las personas) por sus “frutos” y resultados, y Llorenç en poco tiempo tuvo muchos éxitos con gran mérito.

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¿Quién es Bruno Xavier?
Personalmente, un hombre realizado. Profesionalmente, vivo lo que siempre soñé. Todavía vivo mi sueño de la infancia con el mismo sentimiento. No vivo para el mañana, intento dar lo mejor de mí todos los días.
Los Enzo10 Awards reconocen valores. ¿Qué valores te definen?
Creo que mi amor por el deporte, que es el mismo que vi y sigo viendo en Llorenç.
Y a las personas que te rodean, ¿qué valores les pides?
La mayoría de las personas que me rodean quieren ver mis resultados, quieren verme feliz y a gusto conmigo mismo, porque no sé ocultar nada, soy muy transparente y cualquiera que me conoce lo nota cuando me mira.

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¿Cómo un portero de fútbol once se convierte en uno de los mejores jugadores de campo de fútbol playa?
Tenía en mente lo que quería ser. La oportunidad de jugar en una posición diferente a la que yo soñaba no iba a cambiar mi foco. Dios proveyó el momento adecuado y aquí estoy hasta el día de hoy.
En 2007 Jorginho te lleva a jugar a Italia. ¿Fue allí dónde te diste cuenta de que tu sueño y el de tu padre podía hacerse realidad?
Estoy muy agradecido con Jorginho por creer en mí. Lo conocí en 2007 aquí en el campeonato de mi ciudad, me tomó de la mano, me llevó a Italia y cambió mi vida.
¿Algún ídolo?
Tengo algunas referencias dentro de la modalidad como son Duda, Jorginho, Buru, Benjamim, Júnior Negão y Júnior Negão.
¿El eterno rival?
Yo mismo. Hay días en que mi interior me vence, pero me estoy entrenando a diario para superar todos los deseos de mi alma como la pereza, la vanidad, el orgullo, la envidia, la ira, o el conformismo, entre muchos otros sentimientos que no vale la pena obedecer.
Llorenç ha sido para ti rival y compañero. ¿Qué dirías de él?
Era mejor tenerlo a mi lado que contra mí. Un jugador diferente, irreverente, no sentía presión, fuimos campeones juntos muchas veces, el FCBarcelona y el Kristall son los que más tengo en la memoria. Era muy fácil jugar con él, solo tenía que pasarle el balón y ya sabía que era gol. Un crack.
¿Cuál es la clave del éxito?
Repetición, no conozco otro camino que no sea la repetición en el entrenamiento.

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¿Y el secreto para mantenerse durante tantos años en la élite?
Respeto mucho la modalidad, no me presento a ninguna competición sin estar preparado. Eso para mí sería una falta de respeto a mi trabajo.
¿Qué tiene Brasil que no tienen el resto de los países?
El clima y una extensa costa.
¿Influye ser el más pequeño de cuatro hermanos?
Nunca pensé eso, Mis padres siempre me enseñaron que tenía que esforzarme para conquistar lo que quería. Mis primeras zapatillas las compré vendiendo cocos en los semáforos, tenía 12 años, y sabía que solo podía conseguirlo trabajando. Tenía que buscarme la vida.
¿Cómo recuerdas tu infancia?
Con mucha alegría y emoción. Fui muy feliz.
Balón de Oro en el Mundial Tahití 2013, Mejor Jugador del Mundo 2014, Campeón de Bahamas 2017 con Brasil… ¿Con qué te quedas de tu larga trayectoria profesional?
Mi mejor momento no fue ningún logro, fueron dos derrotas en el 2010. El Campeonato de Italia con el Catanzaro y la final de la Copa de Rusia con el Strogino. Dos momentos que marcaron una gran diferencia para mí porque ahí aprendí a reconocer a mis oponentes. El mismo año, fui campeón de Brasil con mi estado, Espírito Santo.
¿Te han preocupado los récords y las marcas?
Nunca miré los resultados antes del proceso de formación, siempre estuve convencido de que mi formación me llevaría a un proceso de evolución y todo proceso te lleva a un lugar de logro. Los logros llegan de forma natural.

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¿Qué has aprendido durante todos estos años?
Que cuanto más conquistamos, mayor es nuestra responsabilidad por allá donde pasamos.
Has tenido que pasar muchas temporadas lejos de los tuyos. ¿Es fácil compaginar tu vida profesional con tu vida personal y familiar?
Aprendí a luchar contra la distancia, aprovechando al máximo el tiempo con mi familia.
¿Alguna circunstancia que haya significado un punto de inflexión en tu vida?
Sí, me di cuenta del poder que tiene el atleta sobre los jóvenes. Muchos no se dan cuenta y somos una herramienta de transformación para los chavales que se están perdiendo en este mundo equivocado por falta de referentes.

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De hecho, eres una inspiración para muchos jóvenes. ¿Qué les dirías a las nuevas generaciones?
Que hagan lo que les toca, que entrenen como si estuvieran en la final de un mundial. Alguien les verá y les dará la oportunidad.
¿Hasta cuándo veremos a Bruno Xavier sobre la arena?
Mucho menos que antes, jaja… Pero me siento muy bien física y mentalmente y creo que estaré tres años más en el alto rendimiento.
¿Algún sueño o reto todavía por cumplir?
Ver mi modalidad siendo valorada por las organizaciones, cosa que hoy no es una realidad.