«Después de una década mágica, me despido de esta etapa tan maravillosa.
Generé sueños, luché por ellos sin cesar día tras día y logré prácticamente todos los que me planteé hacer realidad.
Disfruté cada segundo como si del último se tratara, porque así es como yo vivo mi vida desde que aprendí que cada día de vida es un regalo.
Conocí el fútbol playa profesional con 19 años. Viví en un escenario impresionante que jamás imaginé y me despido con 29 años y con un futuro más prometedor todavía que el que tenía cuando fui jugador.
Corrí por las playas más extraordinarias, marqué goles en los estadios más impresionantes, disfruté como merece todo ser humano y gané los trofeos más importantes del mundo.
Representé a infinidad de clubes, a un país y también me representé a mí, no dejando una mota de energía en la reserva muriendo por los míos.
La causa de mi retiro es debido a las lesiones que sufro con un pronóstico degenerativo, y priorizo mi calidad el resto de mis años de vida por encima de mi situación como atleta profesional.
Puedo aseguraros que no es la decisión más agradable de mi vida, pero si la más acertada.
Me han quedado muchos sueños por cumplir, no os mentiré, pero todos aquellos que me faltan los acabaré logrando de una u otra manera, porqué lo mejor siempre está por venir.
No me queda más que agradecer a todos mis familiares, amigos, aficionados, compañeros de equipo, fisioterapeutas, doctores, preparadores físicos, técnicos y presidentes, todos sumando ese preciado granito de arena.
¡Me llevo en mi corazón para siempre cada pequeñito detalle que marcó la diferencia!
No desisto, no bajo los brazos, no me rindo, esta decisión va mucho más allá.
Decido ser feliz cuidando de mi templo, mi organismo.
Una muerte a tiempo es una victoria.
Hoy acaba mi antigua vida, pero empieza la siguiente.
Muchas gracias por todos estos años.
Atentamente,
Llorenç Gómez León»
Lunes, 20 de septiembre de 2021. El mundo del beach soccer se despierta hoy con una gran pérdida. Llorenç Gómez dice adiós a los terrenos de juego como jugador profesional. Un anuncio que para muchos ha llegado de manera inesperada este domingo 19 de septiembre a las 20:30h.
La noticia ha causado la reacción de centenares de personas en sus redes sociales, centenares de mensajes privados, de llamadas… Y yo no puedo ser una excepción. Hoy no me siento con fuerzas para mantenerme al margen y necesito escribir su despedida en primera persona. Los sentimientos afloran con fuerza y es complicado dar con las palabras exactas. Siempre he vivido sus éxitos y sus fracasos como propios y hoy los siento más profundos que nunca. Me siento realmente triste. Un sentimiento compartido hoy por los que le conocen y han tenido la suerte de cruzarse en su camino.
Y es que no puedo evitar echar la vista atrás y ver a aquel chaval que con tan solo 19 años descubría el fútbol playa con ganas de comerse el mundo.
“No puedes jugar más a fútbol” le dijo la doctora en su etapa de juvenil después de una importante lesión de rodilla. Sus palabras resonaron con fuerza entre las cuatro paredes de la habitación del hospital. Con un nudo en la garganta, los allí presentes salimos al pasillo con la intención de respetar los primeros minutos de duelo. Confieso no haber podido contener las lágrimas y haber llorado largo y tendido los días posteriores. Nada más llegar a casa añadí en mi lista de deseos cambiar mi rodilla por la suya. Una lista que, por cierto, muy poca gente conoce de su existencia.
Pero, a pesar de la convicción y la severidad con la que se expresó la doctora, él fue el único de la sala que no creyó en su consejo. Al fin y al cabo solo era eso, un consejo, y aquella noche se durmió pensando cuándo empezaría la rehabilitación.
Lo que no sabía entonces era que durante su proceso de recuperación sobre la arena iba a encontrar a su primer gran amor.
(FOTO: BSWW)
(FOTO: BSWW)
Tampoco puedo evitar recordar sus lágrimas de emoción sobre el escenario de la Gala de las Estrellas de Beach Soccer Worldwide unos años más tarde, en 2018. Vestidos con varias de las camisetas de sus múltiples equipos, todos nos habíamos reunido aquella noche para acompañarlo en la gran gala, su gran gala, nuestra gran gala. Comprar el billete para todos no resultaba viable económicamente, pero a pesar de no poder estar a su lado en cuerpo presente, sin duda alguna no faltó ninguno de nosotros aquella noche.
El suyo era el último de los galardones y todos esperábamos impacientes el gran momento. El realizador nos iba regalando pequeños frames de su posado nervioso, de su sonrisa inquieta y de una mirada cargada de ilusión. Sentados a su lado estaban los otros dos candidatos al título, los brasileños Bruno Xavier y Datiñha, ambos compañeros de equipo con la camiseta del Kristall ruso. Pero aquella noche eran rivales. Su propósito era convertirse en el mejor jugador del mundo y aquella noche lo consiguió.
Siempre me reprocharé no haber estado allí, no haber sido quien lo acompañara en el que iba a convertirse en uno de esos pocos momentos de la vida en que los sueños se hacen realidad. Él me invitó a ir, me propuso ser su acompañante de honor, su primera dama, pero en aquel momento me fue imposible aceptar la invitación. Una decisión supongo que incomprensible vista con otros ojos que no fueran los míos. Creo que entonces no acabó de entender mi decisión, pero la aceptó sin insistir demasiado. Acababa de tener a mi segundo hijo, Pol, y mi instinto maternal me impidió separarme de él. De él y de Roc, el primero, a quien sentía que le debía incluso más que al recién llegado. Emociones difíciles de comprender para quien no las está sintiendo, pero para mí inevitables. Ahora, desde la distancia, no puedo evitar recriminarme el no haber estado allí. Así que aprovecho para pedirle disculpas públicamente.
Un recuerdo tras otro que van golpeando en mi cabeza, sacudiendo mi interior y removiendo cada una de las sonrisas y los llantos, de las alegrías y las tristezas que nos han unido desde la distancia durante todos estos años.
Llorenç se va en paz, sin hacer demasiado ruido y cargado de gratitud. Gratitud hacia todas aquellas personas que lo han apoyado y lo han acompañado a lo largo de este este camino. Y agradecido con la oportunidad de haber podido vivirlo.
A veces hay cosas que, por mucho empeño que le pongamos y por muchos esfuerzos que dediquemos, se nos escapan de las manos. Ese es el momento de asumir la realidad. Sobre todo para una persona valiente y consecuente como él.
Y su cuadro médico degenerativo no le pone las cosas nada fáciles en un deporte cada vez más físico y más exigente que requiere de una grandísima preparación y dedicación para mantenerse en la élite. Demasiadas patologías para un chaval de 29 años con toda una vida por delante para el que vivir es su mayor regalo. Pero no vivir a cualquier precio.
No me apetece ni creo que sea necesario hablar de números ni de estadísticas. Basta con echar la vista atrás y darse cuenta una vez más del gran legado que nos deja, dentro y fuera de los terrenos de juego.
Estoy convencida de que miles de pedacitos de él estarán repartidos por el mundo en el interior de aquellas personas que en un momento u otro han tenido la suerte de cruzarse en su camino.
Llorenc-Gomez-Torredembarra
Llorenc-Gomez-Barca
(FOTO: BSWW)
(FOTO: BSWW)
Llorenç Gómez dice adiós a una década prodigiosa y en nuestra memoria permanecerán imborrables momentos épicos que solo él nos sabía brindar. Magia en estado puro. Ha escrito su nombre en mayúsculas en la historia del fútbol playa, y ha encarnado como nadie los valores tanto deportivos como humanos.
Su humildad, su sencillez, su cercanía, su coraje, su pasión, su amor por el prójimo y su eterna sonrisa lo han convertido en leyenda y en uno de los jugadores más carismáticos de este deporte. Por no hablar de su talento excepcional.
Y os engañaría si os dijera que no le quedan cosas pendientes que cumplir, pero dicen que el éxito no se mide por lo que logras, sino por los obstáculos que superas.
Quizás algunos consideren que se trata de una despedida prematura de un mito que deja una huella difícil de borrar. Pero la vida, el destino o el azar, depende de con qué ojos se mire, le tenía guardada una nueva etapa. Un camino en el que, no le quepa duda a nadie, volverá a conseguir todo lo que se proponga.
Dediquémosle la última ovación que merece.
Carla.
Tu hermana, tu amiga, tu otro yo.