PABLO PINEDA The Star
Maestro de formación y de corazón a quien si algo lo define es ser optimista. Tiene claro que llegará un día en que la discapacidad se perciba como un valor humano que enriquece, en lugar de representar un obstáculo. Dedica todos sus esfuerzos a avanzar hacia una sociedad inclusiva donde se respete la diferencia, dejando atrás estereotipos obsoletos con su propio ejemplo.
Su objetivo vital es enseñar a la sociedad a mirar a las personas sin poner etiquetas por adelantado y así crear una nueva sociedad más sensible, justa y diversa.
Pablo Pineda es el primer titulado universitario europeo con síndrome de Down, posee la Concha de Plata al Mejor Actor del Festival Internacional de Cine de San Sebastián 2009 por su participación en la película ‘Yo, también’, ha escrito dos libros, y desde hace diez años colabora como conferenciante y consultor con la Fundación Adecco para ayudar a las personas con discapacidad a mejorar su empleabilidad y apoyar su inclusión socio laboral.
Es evidente, pues, que la alteración cromosómica del par 21 no le ha impedido hacer todo lo que se ha propuesto en la vida.
Y es que él lo tiene bien claro: “no existen discapacitados, sino personas con capacidades distintas”.

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¿Cómo recibiste el galardón de los Enzo10 Awards?
Con enorme felicidad. La verdad es que ha sido una manera maravillosa de comenzar este nuevo año, más aún en estos tiempos tan complicados. Siempre es un honor recibir un premio que reconozca mi trabajo por la normalización de la discapacidad y la inclusión de todos en la sociedad. No solo me premian a mí, sino que premian la diversidad.
¿Quién es Pablo Pineda?
Siempre es una pregunta difícil de contestar… Tengo claro lo que no soy: no soy síndrome de Down, lo tengo (que es muy diferente). Me gustaría pensar que Pablo Pineda es una persona sensible, inquieta, optimista y con gran espíritu social.
Los Enzo10 Awards reconocen valores. ¿Qué valores te definen?
Respeto, empatía y responsabilidad son tres valores que creo importantes en una persona y que espero que me definan bien. Si algo he querido promulgar y defender a lo largo de toda mi trayectoria es el respeto hacia el otro, hacia la diferencia, hacia lo desconocido. Sin respeto no conseguiremos avanzar. Pero, además de respetar, como seres humanos, debemos empatizar para entender por lo que están pasando las otras personas y tratar de tener una visión más amplia de la realidad. Y, por supuesto y no menos importante, el valor de la responsabilidad. La mochila de la responsabilidad la cargamos todos, algunos más que otros. Es importante saber llevarla.

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En 1999, en un momento en el que las personas con discapacidad todavía se encontraban con muchos obstáculos y prejuicios dentro de la sociedad, te gradúas en Magisterio. ¿Qué te empuja a hacerlo?
Crecí en una familia que me exigió siempre lo mismo que a mis hermanos. Nunca se me trató de manera diferente. Estoy convencido de que mi familia y mi círculo, además de mi autoexigencia, ayudaron a que me graduase en Magisterio.
¿Por qué Magisterio? Siempre he tenido vocación por la enseñanza y es un orgullo poder seguir enseñando a adultos sobre diversidad e inclusión en empresas, de la mano de la Fundación Adecco.
Hoy, en 2021, ¿crees que hemos logrado convertirnos en una sociedad totalmente inclusiva?
No hablaría de “totalmente inclusiva”; la discapacidad, en muchos casos sigue generando rechazo.
Todavía hay mucho desconocimiento y muchos prejuicios que lastran este avance; pero aunque el camino sea largo, es importante reconocer lo mucho que hemos avanzando. Nací en una sociedad que nos llamaba “minusválidos” (menos válidos que…), y hoy soy Pablo y tengo síndrome de Down. Las cosas han cambiado mucho y seguirán haciéndolo. La gestión de la diversidad se ha puesto como prioridad en muchas empresas que han dejado de verla como filantropía y han entendido que, además de un tema de justicia social, es una ventaja competitiva. La realidad es que ahora la diversidad sí que interesa.
Te has convertido en una de las personas con discapacidad más influyentes en España y Latinoamérica. ¿Cómo se consigue eso?
Tener claro hacia qué dirección caminas y qué quieres lograr es clave. Yo siempre he sabido lo que defendía. Quiero enseñar a la sociedad a mirar a las personas sin poner etiquetas por adelantado y así crear entornos más sensibles, justos y diversos. Mentiría si te dijese que ha sido un camino fácil. Ha habido muchos muros con los que me he chocado de frente, pero uno va aprendiendo a superar todas esas barreras que nos pone la vida. Las personas con discapacidad sentimos muy a menudo que tenemos que demostrar constantemente nuestra valía y a veces es agotador. Ahora bien, mirando hacia atrás, me alegro de todas las decisiones que tomé y que me han permitido viajar por España y Latinoamérica, acercando la discapacidad y rompiendo estereotipos.
¿Qué cuentas en tus conferencias con la Fundación Adecco?
Como embajador de la Fundación Adecco desde hace ya 10 años, acerco la discapacidad a las empresas para normalizar y reforzar el valor de la diversidad. Generamos espacios de diálogo junto con los empleados, los managers y todas las personas de la organización. Es importante incrementar el conocimiento de la discapacidad para generar entornos más inclusivos. Hay que preguntar. Muchas veces prejuzgamos porque nos da miedo o porque no queremos conocer. Hay que acercarse a la discapacidad, sin miedo, porque descubres que es solo una característica más de la persona como el que sea rubia o morena.
Y a los niños y a los jóvenes, ¿qué les dirías para demostrarles que la discapacidad no define a una persona?
A una persona no le define lo que no puede hacer, sino todo lo que SÍ puede hacer y aportar a la sociedad. A los jóvenes les diría que se enfoquen en lo que cada uno puede aportar y que valoren la diferencia como motor para poder construir una sociedad fuerte y sostenible.

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¿Y a sus familias? Porque imagino que el apoyo desde casa es fundamental para darte cuenta de que es posible ver las cosas desde otra perspectiva.
Educar en el respeto a la diversidad es importantísimo para nuestro futuro como sociedad. De nada sirve que generemos entornos inclusivos en el tejido empresarial si las reticencias siguen en la sociedad. Todo empieza en las familias: hay que vivir la diversidad en casa y evitar caer en la sobreprotección de los más pequeños. Los niños tienen que crecer para ser lo más autónomos posible.
¿Cómo recuerdas tu infancia? El pequeño de cuatro hermanos.
He tenido una infancia muy feliz y siempre la recuerdo con mucho cariño. A medida que me iba haciendo mayor, me fue resultando más difícil sobre todo en el colegio y el instituto, pero como he comentado antes, tengo una familia que siempre me ha apoyado mucho.
Sensibilizar a las empresas y a la sociedad en general sobre las personas con discapacidad es hoy una de tus grandes labores. ¿Qué puede aportarnos esta diversidad y esta inclusión socio laboral?
La diversidad nos enriquece. Cada persona con sus puntos de vista, sus experiencias y competencias aporta ideas innovadoras a un proyecto o a una empresa en general. La diversidad se está convirtiendo en el eje central de muchas estrategias del mundo empresarial y es que cuanta más diversidad hay en un equipo, mejores son los resultados.

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Pero la diversidad hay que saber gestionarla, por eso es importante trabajar la inclusión socio laboral de todas las personas, sobre todo de aquellas que a veces lo tenemos más difícil.
Una de tus grandes funciones como embajador de la Fundación Adecco es ayudar a las personas con discapacidad a buscar trabajo. ¿Qué consejos les darías para poder afrontar con mayores garantías esta situación?
El consejo que le doy a todo el mundo que esté en búsqueda de empleo es que esté siempre activo. Hoy en día es fundamental que nuestro currículum refleje que somos profesionales activos, que nos formamos, que nos movemos y que tenemos iniciativa. Si quieres trabajar en una empresa, ¡escríbeles! Si quieres estudiar eso que siempre has querido, ¡lánzate!
¿Es importante no poner etiquetas a la discapacidad
Las etiquetas no son buenas. Lo único que hacen es encasillarnos y reducir a la persona a una única característica. ¡Nada más lejos de la realidad! Desde la Fundación Adecco, siempre decimos que “luchamos contra las etiquetas, y creemos en el talento”.

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¿Cómo te explicaron que tenías síndrome de Down?
Tenía cerca de 8 años cuando mi profesor, Don Miguel López Melero, se acercó y me dijo que tenía síndrome de Down. En aquel momento, yo no tenía ni idea de qué era eso y lo único que me importaba era saber si podía seguir estudiando en el colegio. Me respondió que por supuesto que sí y me sentí aliviado.
¿Alguna circunstancia que haya significado un punto de inflexión en tu vida?
He vivido tantas experiencias que me han marcado, que sería difícil elegir. Pero, de destacar una, por lo inesperado y sorpresivo que fue, sería la concesión de la Concha de Plata en el Festival de San Sebastián por la película ‘Yo también’. Un proyecto que en un primer momento no me vi capaz de hacer. Al final, como siempre me dije: “¿y por qué no, Pablo?”.
La Concha de Plata dio visibilidad a las personas con síndrome de Down e hizo realidad el que a una persona con discapacidad se le valorase por su talento como actor.
¿Maestro, conferenciante, escritor o actor? ¿Con qué faceta te quedas?
Aunque también complicado, me quedo con la faceta con la que comencé desde que tenía 15 años: conferenciante. Empecé dando charlas sobre mi experiencia en institutos con Miguel López Melero y el Proyecto Roma. Ser conferenciante es lo que más me define, incluso más que maestro, profesión que no he podido ejercer. Aprender a comunicar lo que uno siente, piensa y vive con 15 años no es fácil. Es una faceta que he ido desarrollando y que nunca he soltado. Es el don más especial que se me ha dado.
¿Algún sueño o reto todavía por cumplir?
Más que un sueño es un reto y es que la sociedad pueda entender que las personas con síndrome de Down también tenemos derecho a tener una vida afectiva. ¿Alguna vez la sociedad comprenderá que una persona con síndrome de Down puede tener una pareja? No somos seres asexuados ni niños eternos, pero la realidad es que se nos sigue infantilizando mucho. Existen aún grandes prejuicios que tenemos que romper.